
Unos días atrás me llegó una noticia muy triste – muy triste. Se me comentó que el hijo de una persona había tenido un accidente muy fuerte unos días antes. Por lo que tengo entendido el accidente causó daños en el cerebro de este joven. Dicho sea de paso este joven tiene solamente entre 15 o 16 años de edad – es decir que tiene toda una vida por delante. Se me dio la oportunidad de hablar con esta persona – fue algo difícil la llamada telefónica. Al escuchar en el tono de su voz, un tono de voz muy quebrantado por toda la situación en que su hijo se encuentra actualmente y lo terrible de la experiencia por la que está pasando. Yo podía escuchar el dolor en sus palabras, sus palabras hacían un eco…un eco que decía “yo quiero tomar el lugar de mi hijo”. Con cada frase expresada su voz se cortaba más y más…me dijo que no sabía lo que iba a pasar con su hijo, pero algo si sabía que Dios tenía control de todas las cosas y que al final de todo esto había un propósito.
Yo solamente escuchando atentamente y tratar de registrar todo, tratad de buscar una palabra de aliento pues es un poco difícil en estos momentos. Es difícil consolar a una persona en momentos así…me dedique solamente a escuchar todo lo que esta persona tenía el deseo de expresar. Soy de la opinión que es mejor a veces escuchar a las personas cuando están pasando por un momento difícil.
Hay momentos en la vida que pasamos por VIVENCIAS o experiencias que no encontramos respuesta pero es ahí donde aprendemos a creer y a confiar en Dios. Llegamos a reconocer qué en los momentos difíciles nos podemos refugiar en Dios…que a veces pensamos que está lejos pero qué está muy cerca de nosotros. Es obvio que es difícil creer que todo lo que está pasando estará bien cuando uno puede mirar que todo está mal. Pero, si confiamos en Dios podemos tener esa paz y esa quietud que tanto nos falta en esos momentos.
Ricas bendiciones…y hasta pronto!